miércoles, 14 de septiembre de 2016

46 Centroamérica

Cronológico 3 - 46

46. Centroamérica

A. LAS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS DE LOS NÁHUATL

Azt-lan, el lugar de origen de los náhuatl

 Las leyendas aztecas, llamadas «mitos migratorios», se basan en la tradición oral, y en libros “códices”, como el Códice Boturini, y nos dicen que el hogar ancestral de la tribu azteca se llamaba Azt-lan («Lugar Blanco»).
Itzac-mixcóatl («Blanca Serpiente Nube») y su esposa Illan-cue («Vieja Mujer») vivían en Lugar Blanco.
Sus hijos son los antepasados de las tribus de habla náhuatl, entre las que se encontraban los aztecas. Los toltecas también eran descendientes de Itzac-mixcóatl, pero su madre era otra mujer.
Aztlán era un lugar relacionado con el número siete, habiéndosele llamado también Aztlán de las Siete Cuevas. En los códices se describe que contiene una gran pirámide escalonada central rodeada por seis santuarios menores.

Los náhuatl navegan desde Azt-lan hasta Teotihuacán

En la Historia de las cosas de la Nueva España de fray Bernardino de Sahagún, basado en textos náhuatl, habla de esa migración en barcos de siete tribus desde Aztlán. Los libros ilustrados muestran la migración de barcos pasando junto a un hito cuyo pictograma no ha sido interpretado. Sahagún ofrece varios nombres para las estaciones del camino, llamando al lugar de desembarco Panotlán, «lugar de llegada por el mar», que los expertos dicen que se trata de Guatemala.

Las tribus llevaban con ellos a cuatro “hombres sabios” para que les guiaran y les dirigieran. Hombres Sabios que llevaban consigo manuscritos y que conocían los secretos del calendario. Desde Panotlán las tribus se encaminaron hacia el Lugar de la Serpiente-Nube. Luego desde este lugar se dispersaron. Por fin, aztecas y toltecas llegaron a Teotihuacán, en donde construyeron dos pirámides.



Los reyes gobernaron en Teotihuacán y fueron enterrados allí, pues ser enterrado en Teotihuacán era reunirse con los dioses en la otra vida. No está claro el tiempo que pasó hasta que se embarcaron en el siguiente viaje migratorio, pero en algún momento las tribus comenzaron a abandonar la ciudad sagrada.

Los náhuatl abandonan Teotihuacán

Los toltecas fueron los primeros en abandonar la ciudad de los dioses y construir la suya, Tollan.
Los aztecas o mexicas fueron los últimos y recorrieron diversos lugares sin encontrar donde asentarse. El líder de la tribu azteca recibió el nombre de Mexitli, «El Ungido» y que puede ser el origen del nombre tribal mexica («el pueblo ungido»), que significaría que eran el pueblo elegido para gobernar sobre el resto de las tribus.

Huitzilopochtli era el dios que guiaba a los aztecas haciendo turismo por Centroamérica sin acabar de decidirse por el lugar de asentamiento final. Les anunciaba que les llevaría a una tierra en donde había «casas con oro y plata, algodón multicolor y cacao de muchos tonos». El lugar de destino estaría marcado por una indicación: verían un águila posada sobre un cactus que crece en una roca rodeada de agua.

Los aztecas habían sido guiados de vuelta a su punto de origen de viaje, el Valle de México. Los aztecas esperaban poder asentarse cerca de Tollan, “el lugar del medio” pero los toltecas no les recibieron cálidamente y tuvieron que conformarse con asentarse en la ribera pantanosa del lago central Texcoco y fundar allí su ciudad, en un islote del lago, Tenochtitlán, «ciudad de Tenoch». Durante casi dos siglos vivieron los aztecas en este lugar. Tenoch fue el nombre de un antepasado tribal, una legendaria figura paternal muy, muy antigua (¿Enoc?). Los aztecas se consideraban tenochas, descendientes de Tenoch.
B. LAS LEYENDAS DE LOS MEXICANOS ERAN LOS RECUERDOS DE CREENCIAS Y RELATOS DEL PRÓXIMO ORIENTE DE LA ANTIGÜEDAD.

Las leyendas de los mexicanos eran los recuerdos de creencias y relatos que del Próximo Oriente de la antigüedad.
En su mitología, el Creador de Todas las Cosas es un dios que vive en una gran casa en un lugar del cielo.
Este dios tras crear el Cielo y la Tierra crea al hombre en un proceso de varios intentos fallidos: primero con barro, y en el último intento se creó una pareja humana a partir de cenizas y metales, que son los padres de toda la humanidad.

Los aztecas, los toltecas y otras tribus náhuatl, desde el sudoeste de los Estados Unidos hasta la actual Nicaragua, tenían leyendas de la creación que seguían el mismo esquema que la biblia. Pero, mientras la biblia, une los dioses (en plural) de los textos sumerios, que son su fuente, en una sola entidad que llama Elohim porque intenta cuadrar, identificar erróneamente estos “dioses” nefilim con Dios, el Dios único que pactó posteriormente con los humanos a través de Abraham, en cambio, los relatos náhuatl conservan la pluralidad de dioses de los sumerios y egipcios.

Como en Mesopotamia a la cabeza de los nefilim estaba el “Señor del Cielo”, Anu y su consorte la “Dama del cielo” que vivían en el duodécimo miembro del sistema solar, en Mesoamérica a la cabeza de sus dioses estaban el Señor Celestial de la Dualidad con su consorte la Dama Celestial que vivían en la duodécima división superpuesta (parece querer decir en la órbita doce) del cielo.

·       Los dioses de antaño de los náhuatl
Y los toltecas sabían
que muchos eran los cielos.
Decían que había doce divisiones superpuestas;
allí moraba el dios verdadero y su consorte.
Él es el Dios Celestial, Señor de la Dualidad;
su consorte es la Dama de la Dualidad, la Dama Celestial.
Esto es lo que significa.



El Dios Celestial tenía su morada en lo alto, por encima de los doce cielos superpuestos. Ese lugar los sumerios lo describían como un radiante planeta cuyo símbolo era la cruz (el planeta del cruce, Nibiru). Los pueblos antiguos adoptaron este símbolo, y lo convirtieron en el Disco Alado de la Cruz. Así lo podemos ver en el escudo de Quetzalcóatl y en otros símbolos que aparecen en los primitivos monumentos de México.

Los dioses de antaño de los náhuatl contaban relatos legendarios eran descritos como hombres barbudos, como los dioses mesopotámicos y egipcios. Había relatos de parejas divinas y de hermanos que se casaban con sus propias hermanas.

·       Los cuatro hijos de Noé

Los náhuatl reconocían que la humanidad descendía de cuatro hermanos que se separaron para vivir en lugares diferentes y dieron origen a los pueblos de color rojo, negro, blanco y azul. Por orden de nacimiento son: Tlatlauhqui, Tezcatlipoca-Yáotl, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli. Los náhuatl asociaron estos hermanos con los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos primarios: Tierra, Viento, Fuego, Agua, los cuatro colores: rojo, negro, blanco y azul, y con las cuatro razas de la humanidad (Códice Ferjervary-Mayer) junto con sus símbolos, árboles y animales.


Podemos fácilmente asociar estas cuatro razas de la humanidad con la división del linaje de Noé en Sem, Cam y Jafet que se asocia con Asia, África y Europa. La Biblia habían perdido el dato de su hermano, el pueblo de color rojo y en cambio los descendientes asociados de éste no habían perdido la información de los otros tres pueblos del viejo mundo.

·       Las guerras de los dioses

También sigue el paralelismo entre los relatos nahuatlatas y los del viejo mundo en cuanto a los enfrentamientos entre los dioses. Eran enfrentamientos por el dominio de la Tierra y de sus recursos que aparecen en los mitos de todos los pueblos de la antigüedad:

Huitzilopochtli derrotó a los cuatrocientos dioses menores y también es importante el combate entre Tezcatlipoca-Yáotl y Quetzalcóatl.

En los relatos hititas e indoeuropeos son las guerras entre Teshub/Acad o Indra con sus hermanos en Grecia, Asia Menor, India. En los relatos semitas cananeos y fenicios son guerras de Baal con sus hermanos, en el transcurso de las cuales Baal mató a centenares de «hijos de los dioses» o dioses menores. Y en los relatos egipcios se habla del desmembramiento de Osiris por su hermano Set, y de la posterior guerra entre Set y Horus, hijo y vengador de Osiris.

·        El diluvio náhuatl

También recogen la historia del diluvio. Una gran inundación acabó con toda la humanidad salvo un sacerdote y su mujer que se habían refugiado, con semillas y animales, en el interior de un tronco ahuecado artificialmente. Su historia también recoge que primero soltó unos pájaros para saber si encontraban tierra emergida. Durante un año y un día toda la Tierra estuvo cubierta de agua y el mundo se sumió en el caos.

·       La torre de Babel

Volviendo al paralelismo con la historia mesopotámica, las leyendas tribales nos cuentan la historia de la Torre de Babel:


«hombres de monstruosa estatura que aparecieron y tomaron posesión del país… Y estos gigantes, al no encontrar la forma de llegar al Sol, decidieron construir una torre tan alta que su cúspide llegara al Cielo».

·       La creación del hombre

Otro paralelismo está en la creación del hombre: en los relatos náhuatl se recogen las tres creaciones del hombre de los relatos sumerios, y en la Biblia solo se recogen dos. La versión inédita, la más antigua, se forma al hombre a partir de la “sangre” de un dios, Quetzalcóatl.

En los relatos sumerios, los creadores del hombre fueron una pareja, Ea /Enki y Ninti. Él, con un gran talante habilidoso, metalúrgico, referido como «Serpiente». Su compañera tenía grandes conocimientos de medicina. Ya sabemos que el símbolo de la medicina desde la antigüedad ha sido el de las dos serpientes entrelazadas. Incluso los sumerios les representan en un laboratorio con matraces e instrumental de este tipo.


En los relatos náhuatl, los creadores del hombre fueron una pareja, Quetzalcóatl y Mujer Serpiente. Él, es un dios del conocimiento, referido como «Serpiente Emplumada». Su compañera era una diosa de poderes mágicos. En el “códice mixteco” se representa una imagen que muestra al dios y a la diosa mezclando un elemento que fluye en un enorme matraz o cuba con la sangre de un dios que deja caer gotas dentro del matraz; de esa mezcla, emerge un hombre.





C. LAS ERAS HISTÓRICAS DE LOS NÁHUATL
La historia antigua de las tribus nahuatlatas y sus antepasados se dividía en varias partes. La parte menos antigua se dividía en cinco eras llamadas soles o eras de soles. Los aztecas consideraban que estaban en Era del Quinto Sol. Cada uno de los cuatro soles anteriores había terminado con una catástrofe.







Se cree que el gran Calendario de Piedra azteca representa estas cinco eras. En el centro está el dios del calendario de eras solares. La corona circular con veinte partes representa los veinte días del mes azteca. Los llamados glifos representan las cuatro eras anteriores, y la calamidad que terminó con cada una de ellas —agua, viento, terremotos y tormentas, y jaguar.


La primera era (15985 – 11977 a.C), o era del primer sol término con el diluvio. Nene, y su mujer Tata sobrevivieron en su tronco vaciado. La primera o la segunda fue la era de los Gigantes de Cabellos Blancos.


El Segundo Sol (11977 - 7967) se recordó como «Tzoncuztique», la «Era Dorada»; terminó a causa de la Serpiente del Viento.


El Tercer Sol (7967 - 3886) fue la era de la Gente de Cabello Rojo. Estuvo presidido por la Serpiente de Fuego. Los supervivientes de la segunda era (los del cabello rojo), llegaron en barco desde el este hasta América, asentándose en la región de Botonchán; Fueron esclavizados por los gigantes que vivían allí.


El Cuarto Sol (3886 a.C - 1145 d.C) fue la era de la Gente de Cabeza Negra. Quetzalcóatl llegó a México desde el este —alto de estatura, de luminoso semblante, con barba, y llevando una larga túnica. Su hacha, con forma de serpiente, estaba pintada de negro, blanco y rojo; llevaba piedras preciosas engarzadas y estaba adornado con seis estrellas. Fue cuando se construyó Tollan, la capital tolteca. Quetzalcóatl, introdujo la enseñanza, los oficios, las leyes y el cálculo del tiempo según el ciclo de 52 años. Hacia el final del Cuarto Sol tuvo lugar una serie de guerras entre los dioses. Quetzalcóatl partió, de vuelta hacia el este, hacia el lugar de donde había venido. Las guerras de los dioses causaron estragos en el país; y Tollan quedó abandonada.



Cinco años más tarde, llegaron los pueblos chichimecas, vecinos de los aztecas; y el Quinto Sol, la era azteca, dio comienzo.

D. EL GRAN VIAJE POR EL OCÉANO PACÍFICO

Las teorías oficialistas sobre la llegada del hombre a América proponen dos teorías: la migración desde Asia a través del Estrecho de Bering, por el norte, y la migración por el Pacífico hasta Sudamérica.
Suponen larguísimos viajes de hombres, mujeres y niños a través de miles de kilómetros de tierras heladas del norte o del sur hace 20 000 o 30 000 años; además, el motivo que aducen es la persecución de la caza ¡por tierras heladas! ¿Realmente alguien puede pensar que se lanzaban hacia lo desconocido en un mundo de desierto helado, lanzándose a una más que probable muerte de toda la población? ¡Hala, vamos a descubrir América!
¿O tenían una guía, unos seres que les guiaban, con conocimientos, hacia una Tierra Prometida más allá del hielo?

·       El paralelismo con el éxodo de Moisés

Tenemos también un paralelismo entre ese gran éxodo y el éxodo israelita de Egipto. El guía tenía que anunciar una impresionante Tierra Prometida para que aquellos pobres desgraciados se sometieran a aquella terrible migración, llena de obstáculos.

En el éxodo judío, les promete llegar a «una tierra de trigo, cebada, vino, higueras y granados, una tierra de olivos y miel… Una tierra cuyas piedras son de hierro y de cuyas montañas puedes sacar cobre».

En el gran éxodo americano les promete llegar a tierra de «casas con oro y plata, algodón multicolor y cacao de muchos tonos».

·        La migración náhuatl por el océano Pacífico

¿Podemos suponer que el Lugar Blanco, Aztlán, patria original de los pueblos náhuatl era una tierra cubierta de nieve? ¿Podemos suponer que el inicio de su calendario, el comienzo del primer sol se corresponde con el inicio de su gran éxodo hacia el 15985 a.C.? ¿Es por esto que la era del Primer Sol era la época de los «gigantes de cabellos blancos»? Según los relatos náhuatl la migración no fue a través del hielo sino en barcos sobre el Océano Pacífico. ¿La migración náhuatl será la misma que la migración de los sudamericanos?

El éxodo hacia Sudamérica está recogido en leyendas como la de Naymlap. Naymlap parece ser un nefilim (o humano que convivía con ellos, como uno más), que estaba encargado de guiar a una gran flota de humanos hacia el este hasta la costa del Pacífico. Eran balsas de juncos del tipo de los barcos de juncos sumerios. En el barco de Naymlap había un aparato que permitía comunicarse con el guía nefilim que no estaba presente con ellos. Se trataba de una piedra verde que pronunciaba las palabras del guía para que pudieran llegar al punto elegido en Ecuador, en el cabo Santa Helena.


Cuando llegaron a Sudamérica ya estaba habitada. Allí vivían gigantes. Hablando a través del ídolo-piedra verde recibían instrucciones sobre agricultura, construcción y artesanía. Naymlap recibió órdenes del dios de la piedra parlante y se fue volando. Había cumplido su misión. Esta comunicación de los hombres con los dioses a través de objetos, en el caso americano, la piedra verde, en el éxodo israelita era a través del Dvir “hablador”, que estaba en la parte superior del Arca que tenían que transportar. Moisés recibía las instrucciones para guiar a su pueblo por este medio.

Estos antiguos sudamericanos adoraban un panteón de doce dioses, que se corresponden con los doce grandes nefilim encabezados por el Sol y la Luna, que parecen referirse a Anu, y su mujer. A estos les construyeron sendos templos, uno frente a otro en Quito. En el templo del dios mayor, el Sol, había dos columnas de piedra y dentro en el patio, doce pilares de piedra en círculo.



+**********EPÍLOGO***********+

La historia oficialista nos dice que los aztecas, mexica o tenochas llegaron al valle de México hacia el 1140 d. C., y fundaron Tenochtitlán en el 1325 d. C. Después, crecerían a base de guerras y pactos con otras tribus hasta convertirse en el poder que dominaba a las demás, las lideró y sometió a los que consideraba enemigos. Estas víctimas de los aztecas aprovecharon la lucha de los españoles para liberarse de sus cadenas, pues eran objeto de crueles sacrificios rituales.




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